Imagen de un cuenco griego donde aparece un músico con una lira

Si de mi baja lira, tanto pudiese el son, que en un momento aplacase la ira del animoso viento, y la furia del mar y el movimiento […] no pienses que cantado sería de mí, hermosa flor de Gnido, el fiero Marte airado, a muerte convertido, de polvo y sangre y de sudor teñido, […] mas solamente aquella fuerza de tu beldad sería cantada, y alguna vez con ella también sería notada el aspereza de que estás armada …

Garcilaso de la Vega, Oda ad florem Gnidi

Garcilaso abre con estas palabras una de las obras más célebres de nuestra poesía. Hombre del Renacimiento, a la manera de Manrique, “tomando ora la espada, ora la pluma”, hombre de guerra y amante apasionado, a quien la inmortalidad no se le dio por sus servicios al Emperador, sino por su entrega a la muy noble empresa de perfeccionar en nuestro idioma las nuevas formas, el nuevo dolce stile de los italianos. En la figura de Garcilaso se amalgaman las virtudes del escritor renacentista, el dominio de las formas poéticas (églogas, sonetos, canciones), el cuidado de las sonoridades, el conocimiento de la mitología y, en última instancia, la presencia constante en su obra de la música. Invocando a su lira, clásica y humilde a un tiempo (“el bajo son de mi zampoña ruda”, dice en su égloga tercera), el poeta desearía ser Orfeo, al que se sabe inferior, para conmover con su voz las potencias de la naturaleza. Y si lo fuera, no cantaría a Marte ni a los “fieros capitanes”, sino la belleza de la flor de Gnido. Con la sola mención de la flor, evoca el carpe diem; con la de Gnido, nos arrastra al santuario griego de Afrodita, diosa del amor. Pero el amor, se confunde, una vez más, con la guerra; una batalla para la que la doncella está armada de aspereza y en la que combate con la fuerza de su beldad. Y casi al final del poema nos enteramos de que en realidad no es Garcilaso quien pena de amor, sino que intercede por un amigo que, rechazado, “está muriendo vivo, al remo condenado, en la concha de Venus amarrado”. Camaradería, en fin, en el campo de batalla.

Hemos dado, pues, este título a un programa en que se entremezclan los tópicos grecolatinos, los madrigales guerreros y amorosos, la añoranza del pasado, de sus formas, de su literatura, en definitiva. “Si de mi baja lira, tanto pudiese el son…”. El son de Garcilaso, como el de Petrarca, Dante, Tasso, Ronsard pudo al fin tanto como el de Orfeo. Los mejores compositores así lo entendieron y pusieron en música muchas de sus obras, de las que traemos sólo una pequeña muestra. Hemos dejado otras igualmente valiosas, y como el gran toledano, pedimos la comprensión de quien preste oídos a esta empresa:

Por aquesta razón de ti escuchado,
aunque me falten otras, ser merezco;
lo que puedo te doy, y lo que he dado,
con recebillo tú, yo m’enriquezco.

SI DE MI BAJA LIRA
La Mvsica y la Literatura en el Renacimiento

Sobre texto de Garcilaso de la Vega (1498 – 1536)
EN TANTO QUE DE ROSA a 5 – Francisco Guerrero (1528 – 1599)
Sobre texto de Pierre de Ronsard (1524 – 1585)
SI TROP SOUVENT a 5 – Philippe de Monte (1521 – 1603)
Sobre texto de Horacio (65 a.C. – 27 a.C.)
MOLLIS INERTIA a 4 – Ludwig Senfl (1486 – 1542)
Sobre texto de Virgilio (70 a.C. – 19 a.C.)
O SOCII NEQUE ENIM a 6 – Adrian Willaert (1490 – 1562)
Sobre texto de Nicolás Maquiavelo (1469 – 1527)
QUANTO SIA LIETO IL GIORNO a 4 – Philippe Verdelot (1475 – 1552)
Sobre texto anónimo medieval
DEZILDE AL CAVALLERO a 5 – Nicolás Gombert (1495 – 1560)

Sobre texto de Francesco Petrarca (1304 – 1374)
IO VO PIANGENDO a 5 – Orlando di Lasso (1532 – 1594)
Sobre texto de Dante Alighieri (1265 – 1321)
COSÍ NEL MIO PARLAR a 5 – Luca Marenzio (1553 – 1599)
Sobre texto de Jean-Antoine de Bäif (1532 – 1589)
PERDRE LE SENS a 5 – Claude Le Jeune (1530 – 1600)
Sobre texto de Torquato Tasso (1544 – 1595)
PIANG’ E SOSPIRA a 5 – Claudio Monteverdi (1567 – 1643)
Sobre texto de Virgilio (70 a.C. – 19 a.C.)
DULCES EXUVIAE a 4 – Josquin Desprez (1450 – 1521)
Sobre texto de Francesco Petrarca (1304 – 1374)
O PASSI SPARSI a 12 – Andrea Gabrieli (1510 – 1586)